Como combatir el hambre emocional

En ocasiones, el hambre emocional también puede tener un origen en situaciones específicas y temporales de la vida cotidiana.

Esas situaciones pueden ser, temas económicos, laborales, conflictos de pareja o pérdidas de seres queridos, entre muchas otras. En el caso de las mujeres, adicionalmente pueden ser situaciones relacionadas con el cambio hormonal propio de los períodos menstruales, el embarazo o la llegada de la menopausia. Sin embargo, para combatir el hambre emocional, hay que estar atentos a que estas temporalidades sean adecuadamente comprendidas y manejadas a fin de que no se conviertan en un hábito recurrente.

 

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¿Qué debes observar?

Hay tres puntos fundamentales que debemos observar para validar que tipo de hambre nos da en determinadas situaciones:

  1. Si la necesidad de comer surge debido a una situación en el entorno que ha derivado en un cambio de nuestro estado de ánimo, se trata de hambre emocional.
  2. Si la necesidad que tenemos de comer proviene de ganas de reponer energías debido a la fatiga natural, se trata de hambre real.
  3. Si nos resulta imperativo consumir algún alimento específico, un sabor particular o un componente alimenticio determinado (azúcares, ácidos, salados, grasas) en intervalos frecuentes y fuera de lo normal, seguramente se trata de hambre emocional.

 

¿Qué puedes hacer? Las 10 recomendaciones más importantes.

  1. Lo primero es evaluar objetivamente y de la manera más sincera posible si el problema es real y existe en tu rutina diaria, diferenciando entre cuando tienes hambre real o emocional, observando como apuntamos anteriormente, la conducta impulsiva y la frecuencia.
  2. Debes detectar la situación que deriva en el hambre emocional, identificar cual o cuales pueden ser los detonantes de tus episodios de ansiedad.
  3. Observa con qué frecuencia se desatan los episodios de hambre emocional y se consciente de ello.
  4. Aprende a controlar la aparición de las situaciones dadas por emociones, debes afrontarlas de manera consciente sin dejar que te dominen.
  5. Combate la ansiedad mediante la práctica de alguna actividad sana que te ayude física o mentalmente. Prueba con una caminata al aire libre, una buena lectura, algo de ejercicios, disfrutar de una película e incluso una buena conversación con tus amigos o familiares, Sin duda eso te ayudará a distraerte y restarle fuerzas a la ansiedad que se te pueda presentar en un momento determinado.
  6. Aprende y pon en práctica técnicas de relajación para disminuir la tensión física o mental, no sólo cuando se presenten las situaciones de ansiedad, sino hacerlas un hábito en tu rutina. Además de ayudarte a combatir el hambre emocional, te servirán en muchos otros aspectos de la vida.
  7. Consume bocadillos sanos, tales como pepino, zanahorias, apio o quesos no grasos. Tomar agua te ayudará a disminuir la necesidad de ingesta de alimentos en caso de tratarse de hambre por emociones. Si la ansiedad que sientes te impulsa a comer cosas dulces, puedes ingerir frutas, yogurt descremado o helado bajo en grasas. Todo esto a modo de darte el gusto pero alejándote de la comida chatarra.
  8. Es importante no crear malos hábitos en tus hijos, evitando recompensarlos con dulces o golosinas cuando estén tristes. Como padres, tenemos control sobre los alimentos que procuramos a nuestros hijos, pero una vez que crecen y se independizan, tal como nosotros, tendrán acceso a través de sus propios medios a complacer sus propias demandas y es por ello la necesidad de no alimentar el hábito de autocomplacencia por emociones.
  9. Evita tener en casa los alimentos sujetos a tus antojos emocionales, es decir, no seas cómplice de las futuras situaciones de ansiedad. Se trata también de evitar la tentación.
  10. Los ayunos prolongados tienden a hacer que los ataques de ansiedad lleguen con mas fuerza, por lo que es recomendable incorporar meriendas en tu rutina alimenticia a mitad de mañana y a mitad de tarde, es decir, no prolongues los ayunos por mas de 4 horas continuas.

Siguiendo estas breves recomendaciones, puedes controlar en gran medida el hambre emocional, siempre que no se haya convertido en un problema de mayores dimensiones, en cuyo caso la mejor alternativa es recurrir a la ayuda especializada.

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